La lucha contra el caracol manzana ya ha llegado a Aragón

Caracol manzana (Pomacea sp.), una de las especies invasoras más dañinas que estamos sufriendo en España.
El día que al primer imbécil se le ocurrió soltar una cotorra el animalico tendría que haberse revuelto y habérselo comido a picotazos. Este gesto ha conducido a la situación actual en la que las cotorras se han convertido en una plaga en buena parte de España, desplazando a las especies de pájaros autóctonas y llegando a comprometer seriamente su supervivencia... y la integridad física de los paseantes, que cualquier día un nido se caerá de un árbol y chafará a alguien.
Algo parecido ocurrió en el 2009 con otra peligrosa especie invasora, más lenta, más pequeña, pero mucho más dañina: el caracol manzana. Según explica SEO en una noticia publicada en su web este mes de septiembre, el gravísimo problema que afecta ahora a los arrozales y los espacios naturales del Delta del Ebro y pone en peligro la estabilidad ecológica de toda su cuenca, comenzó con la "fuga" de ejemplares de Pomacea insularum de una empresa de importación de fauna para acuarios, desde donde empezó a expandirse. El caracol manzana causa verdaderos desequilibrios medioambientales y destruye el arrozal porque come la semilla sembrada y las pequeñas plantas de arroz. La Administración ha gastado hasta ahora cuatro millones de euros en combatir esta plaga desde su aparición en la comarca del Delta sin demasiado éxito.
La prueba de que no está funcionando muy bien el plan de lucha es que este mes de octubre el Boletín Oficial de Aragón ha publicado una serie de medidas de contingencia obligatorias que deben aplicarse en tierras aragonesas para evitar la introducción de Pomacea. Aunque todavía no se ha detectado en esta comunidad autónoma, la expansión de la plaga sufrida en el Delta del Ebro y la existencia de equipos de recolección del cultivo del arroz que se trasladan desde esas zonas hasta las zonas productoras aragonesas son considerados como factores de riesgo para la introducción de la plaga, por lo que es necesario extremar las medidas de protección frente a la misma.
Mucho me temo que por muchas medidas que se tomen acabaremos igual que con el mejillón cebra, con el bicho repartido por toda la cuenca del Ebro, nuestros ecosistemas fluviales y lacustres muy afectados y, seguro, con la extinción de alguna especie de caracol autóctono.
Lo que más me desespera del asunto es que el Gobierno de España parece que pasa de todo y en lugar de prohibir definitivamente el comercio de todas estas especies invasoras (caracol manzana, cotorras, tortugas de Florida y un largo etcétera) ha vuelto a autorizarlo hace pocos meses, este mismo año. A ver si lo próximo que se escapa (o que "libera" algún gilipollas) es una familia de escorpiones africanos y acaba haciéndose nido en casa de algún ministro, a ver qué le parece, rediós ya..

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