Cámaras de fotos contra escopetas en las reservas de caza de Aragón

¿Qué, lo preferís vivo o muerto? (Foto: DGA - María Sorando)
El fin de semana pasado estuve en Castiello de Jaca, aprovechando el puente de Todos los Santos. Nos juntamos varias parejas de amigos con críos y estuvimos toda la tarde del día 1 vaciando calabazas, haciendo buñuelos y empanadico, bebiendo buen vino y echando unas risas... Al día siguiente tocaba probar de nuevo con las setas. Ya llevo varias intentonas fallidas este año, os he ido contando aquí y en mi perfil de Facebook, pero inasequible al desaliento volví a echarme al monte.
Esta vez escogí La Garcipollera, donde en otras ocasiones he tenido bastante suerte con la negrilla y el rebollón. Pero en esta ocasión, además de volver otra vez con la cesta medio vacía, tuve un encuentro que me amargó bastante la mañana: una batida de caza. Ya me da bastante por el saco, permitidme que me exprese así, el asunto de la caza, pero es que además los agentes de la naturaleza habían bloqueado el acceso al monte que está a la espalda de Villanovilla sólo con una furgoneta sin ningún distintivo puesta en medio del camino con las puertas abiertas y un cartel, convenientemente tapado por la furgoneta, que no había forma de ver si pasabas por el lado contrario de esa curiosa valla de seguridad. Como evidentemente no vi el cartel, me los encontré de morros y tuve que aguantar los malos modos de uno de ellos, que se debía de creer el sheriff del condado o algo así. Un chulo con pintas, si me volvéis a permitir la expresión, uno de esos tipejos a los que les pones un uniforme y se piensa que tiene derecho de pernada... qué le vamos a hacer, gentuza tiene que haber en todos los oficios, hasta en el mío.
Y ese desagradable encuentro me recordó una noticia que tenía guardada como borrador en el blog desde el año pasado por estas fechas, sobre el éxito que tienen las visitas organizadas en la reserva de caza de los Montes Universales, en Teruel, para observar a los ciervos y disfrutar del espectáculo de la berrea, que se produce por estas fechas. La Garcipollera también es una reserva de caza, pero allí en lugar de cámaras fotográficas lo que sigue primando son las escopetas. Y eso me pone de muy mala leche, porque amo con toda mi alma ese valle de la Jacetania y sé que tiene mucho más que ofrecer que sangre y plomo, ya os lo conté una vez aquí. Si se organizasen visitas para observar la berrea, como en Teruel, y no monterías para que unos cuantos escopeteros maten ciervos, es probable que económicamente no fuese un negocio tan rentable pero estoy seguro de que el tipo de turismo que se atraería sería un turismo de calidad y respetuoso con el medio ambiente, no a los señoritos de Los santos inocentes.
El ejemplo de la reserva turolense, que este es el sexto año que organiza esta actividad, debería cundir, ¿no creéis? Este año, según una reciente noticia del Diario de Teruel, ya han disfrutado del espectáculo de la berrea 300 personas (el año pasado tan solo fueron 40) mediante visitas gratuitas, que se reservan de forma anticipada, en grupos de diez. Imaginaos los ingresos que seguro han supuesto, a pesar de la gratuidad de las visitas, todos estos turistas de naturaleza para Orihuela del Tremedal, el pueblo de donde se sale para realizar la actividad: un almuerzo en el bar, una comida, compro un recuerdo, una botella de vino o un poco de Jamón de Teruel en la tienda... Vamos, que no puedo hacer otra cosa que dar la enhorabuena a los que pusieron en marcha esta iniciativa hace seis temporadas y a todos los que las están manteniendo y haciendo que cada año sea más conocida. Esto es lo que se llama desarrollo rural sostenible, sí señor.
De hecho, el Ayuntamiento de Orihuela del Tremedal abrió en 2011 un centro dedicado a los valores naturales y el interés cinegético de la reserva de caza de los Montes Universales, un gran espacio natural de 50.000 hectáreas donde conviven especies animales como el corzo, el jabalí, el gamo, el zorro, la liebre, la paloma torcaz… y especialmente el ciervo o venado, animal protagonista del centro y de la reserva.
Mientras que en los Montes Universales potencian el turismo de naturaleza en lugar de las escopetas y en la reserva de caza de los Puertos de Beceite, en el Matarraña, se habla de un posible parque natural, el valle de La Garcipollera permanece olvidado por el Gobierno de Aragón en temas medioambientales (y a lo mejor en todos los temas, no sé yo...). No me parece ni medio normal. ¿Es que no se merece algo más ese rincón del Pirineo?

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