Regreso a Jánovas

Estado actual de Jánovas, en ruinas. Pronto lo veremos cambiar. (Foto: Juan R. Lascorz)
Por fin, después de más de cinco décadas expulsados de sus casas y de su valle, los vecinos del pueblo oscense de Jánovas pueden empezar a volver. Han comenzado las reversiones de las expropiaciones que llevó a cabo en su momento Iberduero para construir una presa que iba a inundar el valle del Ara. Endesa ha firmado los primeros acuerdos con varios vecinos que dejaron sus casas en perfectas condiciones de habitabilidad y sus campos en producción y ahora reciben ruinas y campos yermos... los que los reciben, porque tras 50 años hay muchos que ya no están, que murieron con la rabia y la amargura de que los habían echado de sus casas, de sus vidas al fin y al cabo.
Se te queda un regustillo agridulce y de muy mala leche cuando lees, por ejemplo, el reportaje aparecido en la web de El País. Aunque es cierto que van a poder volver y eso es una gran noticia, antiguos vecinos de Jánovas recuerdan cómo la propia Guardia Civil fue la encargada de pegarle una patada a la puerta de la escuela, echar a los críos que estaban dando clase y acto seguido dinamitar el edificio. O cómo conforme iban expulsando a la gente de sus casas las hacían volar por los aires para que no pudiesen volver. ¿Nadie va a pagar por todo esto, verdad? Además, Endesa pide ahora a cambio de ruinas y barzales el dinero que se les pagó cuando los expropiaron ¡actualizado con los IPC de todos estos años! Es decir, que por una buena casa y unos buenos campos por los que desembolsaron 100.000 pesetas ahora reclaman 3.500 euros (unas 600.000), pero devolviendo ruinas inhabitables que costará un dineral poner otra vez en condiciones y campos yermos. No son cifras citadas al azar, son las que da Toni Garcés, vecino de Jánovas de 64 años de edad, en el artículo de El País que os hemos enlazado.
Amparados en la dudosa legalidad de la expropiación de unas tierras para hacer un pantano con el único objeto de producir electricidad, los secuaces de Iberdrola y la Guardia Civil se comportaron como un ejército invasor aplicando la estrategia de la tierra quemada.
No nos podemos olvidar de que no sólo Jánovas corrió esta terrible suerte: Lavelilla y Lacort, dos núcleos más pequeños, también fueron expropiados y ahora vuelven a poder habitarse de nuevo. Casa y tierras de todo el valle se quedaron en manos bastardas que durante cinco décadas se han negado a devolver a la gente de los tres pueblos lo que era suyo, lo que nunca debió dejar de ser suyo.
Me gustaría mucho que se hiciese justicia con todos estos sobrarbenses, aunque sinceramente creo que no hay posible compensación por lo que se les hizo, pero al menos alguien debería pagar por aquel atropello. Ya sé que eso es imposible y más en este país donde cada día más parece que los ricos y poderosos pueden hacer lo que les da la gana con todos nosotros.
Al menos, los antiguos vecinos del valle del Ara podrán volver a sus casas, levantarlas de nuevo y, como dice La Ronda de Boltaña en su canción "La casa caída", hacer que las chamineras vuelvan a ondear orgullosas su bandera de humo. Espero poder verlo pronto...
(Foto: birasuegi)
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