¿Son los grandes parques eólicos y solares el futuro de la energía verde? (Foto: Pixabay.com) |
Quiero aclarar desde el principio que este post es simplemente para expresar mi opinión sobre esta cuestión y que está claro que muchos de los que la leáis vais a discrepar. Os invito a dejar constancia de ello en los comentarios.
"Renovables sí, pero no así...". Os suena este lema, ¿verdad? Llevamos una temporada en Aragón a vueltas con la polémica instalación de grandes parques de producción de energía eólica o solar en el Matarraña y el Pirineo, una lucha de David contra Goliat en la que el Goliat de las grandes eléctricas lleva, otra vez, las de ganar frente al David de la población rural, que ve con espanto cómo va a repetirse la historia de los embalses de los años 60, 70 y 80 que vivieron sus padres y abuelos.
La clave está en la autogeneración y el autoconsumo
Creo que el problema de base es que en España se favorece la
generación eléctrica a gran escala, en manos de unas pocas empresas que forman
un oligopolio capaz de presionar al Gobierno mientras hace lo que le da la gana
con los consumidores. Esta presión ha impedido que en este país se haya puesto
en marcha una política seria que favorezca la autogeneración y el autoconsumo
energéticos, da igual el color del partido político en el poder (todos se hacen
“caquitas” frente al lobby de las
eléctricas y todos tienen intereses en las puertas giratorias que les llevan desde
sus cargos públicos a los consejos de administración de estas compañías). Se
ponen tantas trabas administrativas y es tan caro colocar unas placas solares o
un pequeño molino de viento en el tejado de tu casa o en tu jardín, si lo
tienes, que esta forma de producir energía es algo anecdótico en España.
Y mira que sería sencillo y barato que en cada bloque de
pisos, en cada unifamiliar, en cada chalet, en cada empresa y en cada edificio
público se contase con un sistema de autogeneración de energía. En primer lugar,
no se dependería de un precio fijado por las grandes productoras energéticas en
el que se toma de referencia el sistema de producción más caro (actualmente las
centrales que utilizan gas) para fijar el del resto de la electricidad
producida, con beneficios desorbitados y una capacidad especulativa
escandalosa. Por otra parte, sería necesaria una red de distribución eléctrica
mucho más sencilla que la actual, más fácil de mantener; además, seguramente se
podría eliminar una parte por innecesaria, con los beneficios medioambientales
que traería algo así (que se lo cuenten a las 300.000 aves que mueren al chocar contra cables y torres eléctricas cada año en España…). Solo es
necesario implementar una línea de ayudas seria que permita a los particulares
poner en marcha un sistema así y simplificar los trámites burocráticos para que
sea efectiva. Y, para acabar, no habría que llenar el monte de grandes molinos,que también machacan la avifauna, ni grandes extensiones de placas solares.
Es posible que ya se esté empezando a andar este camino. Por ejemplo, en Aragón, con acciones como la convocatoria de ayudas por valor de 23 millones de euros para poner en marcha instalaciones de autoconsumo energético, ayudas que podrán solicitarse desde el 13 al 31 de diciembre de 2021. Ojalá sea así y ojalá el camino se ande muy rápido, que se nos acaba el tiempo.
El Gobierno debe favorecer la autogeneración eléctrica con medidas serias y eficaces. (Foto: Pixabay.com) |
La historia de siempre: generar electricidad en la España rural para que la consuma la España urbana
Menos mal que, al menos, se derogó el fatídico “Impuesto al sol”, que nos ha hecho perder una década en la generación de energía limpia en
España. Aunque la derogación solo ha servido para que se pongan en marcha
megaproyectos que solo benefician a las empresas productoras, que compran
voluntades de pequeños ayuntamientos y propietarios de tierras a base de
talonario (propietarios que, en muchos casos, ni viven ni piensan vivir en los
pueblos cuyo entorno natural se arruina con parques eólicos y de producción de
energía solar).
Y, casualmente, todos estos megaproyectos van a parar a la “España
vaciada”, donde la oposición de unos pocos no tiene la mayor relevancia. Se
vuelve otra vez a la política del pantano: destruyo el medio natural para
generar electricidad que se consumirá a 100 km de distancia, en las viviendas y
los polígonos industriales de una capital de provincia. Como siempre, el mantra
del “interés general” afea las protestas de los que van a tener que convivir
con los molinos y las placas solares en esa España rural y vaciada que, con
estas estrategias de desarrollo muy similares a las de los años 60 y 70 del
pasado siglo, estará cada vez más vaciada y yerma.
Con una agricultura y una ganadería que son cada vez más
anecdóticas en las zonas de montaña, el único recurso que les queda a sus
pobladores es el medio natural que los rodea. Eso es lo que atrae el turismo,
que se ha constituido como el motor económico más importante en estas áreas, y
a algún que otro neorrural que se establece para montar un negocio o trabajar online en un paradisiaco entorno. Si
sembramos los montes y los valles del Pirineo, el Matarraña y quién sabe
cuántos lugares más de gigantes y bosques de metal y cristal, nos habremos
cargado la última esperanza de sus pueblos para sobrevivir.